Londres, city of Westminster, remontamos el Mall hasta llegar a un monumento levantado en memoria de Victoria I: he aquí el archiconocido y renombrado palacio de Buckingham, máximo referente de morada regia de nuestros días y que debería representar todas las excelencias de un palacio digno de un rey……pero con solo una mirada podremos darnos cuenta de que Buckingham se queda corto en comparación a otras residencias reales europeas.
Tanto en tamaño como en historia y variedad decorativa comprobaremos estas carencias. Su número de habitaciones se queda corta al lado del grandioso Palacio Real de Madrid, o del justamente ensalzado Palacio de Versalles. De hecho, esta palacio con fue proyectado para un soberano, sino que comenzó siendo residencia de los Duques de Buckingham a principios del s. XVIII denominándolo Buckingham house. Décadas después, en 1762, será el rey Jorge III quien comprará esta mansión como regalo para su esposa Carlota
De esta forma la mansión se convirtió en la mansión privada de la real pareja, llegándose a denominar “Casa de la reina” ya que la residencia oficial era el vecino Palacio de Saint James. Con el devenir de los años se sucedieron remodelaciones y ampliaciones que fueron dando cada vez mas importancia al palacio en las ceremonias de estado, hasta que en 1824, el Jorge IV, hijo y sucesor del anterior, decidió convertirlo en un verdadero Palacio Real. Para ello contó con el saber hacer del arquitecto John Nash, que proyectaría dos nuevas alas que configurarían un patio, abierto en uno de sus lados y que daría acceso al conjunto a través de un arco del triunfo inspirado en el arco de Constantino, y que hoy en día, aunque ya no permanezca en este lugar, si puede ser visitado en Hyde Park. Debido a las ingentes sumas de dinero que se necesitaban, otro arquitecto, Edward Blore, consiguió simplificar el proyecto de Nash, reduciendo costes tal y como el parlamento había exigido..
Pero no sería hasta la llegada al trono de la Reina Victoria I en 1837 cuando este palacio se convertiría en verdadera residencia oficial de un monarca, aunque no sin problemas, pues las obras aun no había concluido y a esto había que añadir las pobres condiciones de habitabilidad teniendo en cuenta que estamos a mediados del s.XIX. Es más, el palacio tenía fama de sucio.
A medida que la reina Victoria iba aumentando su prole, el palacio se iba quedando pequeño, por lo que se decidió cerrar el patio hasta ese momento abierto con la construcción de un cuarto ala, que correspondería con la actual . Pero aun sufriría otra remodelación cuando en 1913, esta última fachada fue derribada para construir una nueva, obra de Aston Webb, en un estilo más clasicista y que es la que hoy en día podemos ver y donde se sitúa el balcón desde donde saluda la familia real en los grandes acontecimientos.
El acceso al palacio se hace desde el fondo del patio central del palacio, que se corresponde con la fachada del antinguo palacio. La entrada está rematada con un frontón que a la manera clásica, pero una vez dentro del palacio, el hall de marmol no destaca por su grandeza. Desde él, tendremos acceso a la escalera principal que a su vez es menos ostentosa de lo que se podría imaginar para lo que estamos acostumbrados a ver en los grandes palacios europeos.
Los interiorer guardan una gran uniformidad estética en un estilo neoclásico. Es reseñable el escaso número de fotografías de que disponemos de los interiores del palacio. Esto es debido a que hasta hace poco el acceso era bastante restringido, y solo a partir del incendio del castillo de Winsor, el palacio se abrió al público con objeto de recaudar fondos. De entre las estancias hay que destacar el salón de música que dota a la fachada posterior con su singular forma ovalada en su centro y que se usa en importantes ceremonias como los bautizos reales. Flanqueando este salón encontramos la White drawing room o salón blanco y el salón azul, decorado con lapislázuli. Cerca de estos y separados por un gran pasillo que hace las funciones de galería de arte, encontramos el salón verde que es la antecámara del salón del trono. Este último, decorado son sedas carmesí, destaca por su decoración minimalista en estilo neoclásico. Los tronos se encuentran bajo un dosel y son predominantes el color rojo de las telas que cubren las paredes y el blanco de los estucos. Durante las grandes recepciones, el antingu comedor de estado se queda pequeño por lo que la mesa se dispone en el salón de baile para albergar los banquetes de gala. Este salón está a su vez presidido por dos tronos simbólicos. En este mismo lugar, la reina siguiendo la tradición centenaria se produce las investiduras y nombramientos de los nuevos caballeros del Imperio Británico.
Los jardines del palacio cuentan con numerosas obras de arte y son abiertos varias veces al año para recepciones y para las llamadas “Tea parties”. La fachada puede sonar bastante al visitante y es que tiene una fuerte inspiración en la fachada del Palacio de Versalles. Pero lo mas atractivo de esta zona del conjunto palatino es la colección de carruajes, entre los cuales podremos ver la carroza dorada rococó, montada en 1760 y que solo en contadas ocasiones es utilizada, como por ejemplo en las coronaciones.
El palacio es también sede permananete de la Queen's Gallery, que conserva obras de arte pero que a pesar del nombre no pertenecen a la soberana, pues fueron adquiridas con fondos estatales. Lo mismo que este palacio, propiedad del estado y no de la reina como se suele pensar.