Bienvenidos al Palacio de Compiegne en La Picardia. Estamos a menos de 100 Km de París. Detrás de estas fachadas se han sucedido numerosos soberanos de Francia, desde Louis XV, verdadero impulsor y renovador del palacio que hoy vemos, hasta Napoleón III, bajo cuyo reinado se alcanzó el mayor esplendor. El origen de esta residencia se remonta al siglo V pero será con Carlos V quien en 1374 edifica
una fortaleza real. Tras sucesivas transformaciones es en 1751 cuando Luis XV, intentando emulara a su abuelo Louis XIV con Versalles, decide hacer de Compiegne su gran obra palatina para inmortalizar su reinado.
Para ello se vale de su arquitecto Grabriel (autor del Petit Trianon) que va a pensar el neoclasicismos, una nueva arquitectura alejada del rococó imperante que aboga por una noble simplicidad grecorromana. Sin embargo, el rey no llegará a ver el palacio terminado, siendo Luis XVI y María Antonieta quienes terminaran el palacio poco antes de la revolución. El próximo soberano que habría de habitar el palacios es Napoleón, que decide tener en él el primer encuentro con su segunda esposa María Luisa. Algo que curiosamente podría caracterizar a este palacio como el palacio de los primero encuentros, porque al igual que Napoleón y Maria Luisa, Louis XVI encontró aquí a María Antonieta por primera vez y Napoleón III a Eugenia de Montijo durante una de las “series”. Tres historias de amor.
Napoleón I , ordena una serie de obras para recibir a la archiduquesa y nueva emperatriz María Luisa por todo lo alto. Respetuoso siempre de la obra de los precedentes soberanos (mantiene estancias que en su dia pertenecieron a María Antonieta como por ejemplo la sala de juegos) comanda la decoración de nuevos apartamentos tanto para él mismo como para la emperatriz. Así mismo se proyecta un gran salón de baile que es hoy una de las joyas del palacio, y que en tiempos de Napoleon III se completó con las esculturas de el primer Napoleón asi como de la madre del mismos: Letizia Ramolino. Así mismo se construyó una nueva capilla.
El parque deseado por Luis XV era un jardín estilo a la Francesa pero Napoleón lo prefería a la inglesa. No obstante desde los apartamentos principales que dan todos al parque, se aprecia una perspectiva de 5 km.
Con el advenimiento del 2º Imperio, Napoleón III se va a apasionar con este palacio, algo que comparte su esposa la emperatriz Eugenia, y es que bajo su época, Compiegne será el sinónimo de fiesta y vida relajada que tienen su fruto en las “series”, magníficas recepciones que se realizan cada año en otoño y que reunían a la flor y nata de la alta sociedad francesa (ministro, embajadores, artista, científicos…..). Cada serie estaba constituida por 80-100 personas y era uno de los máximos honores a los que cualquier persona podía aspirar: ser invitados por los emperadores a pasar toda una semana a su lado. Tras estos días partían y otra “serie” era convocada. Imaginas a todas esas personalidades esperando a la gran aparición de los emperadores que aparecían en el extremos de una de las salas de recepción, los invitados abrían un pasillo; a un lado los hombres y a otro las mujeres, mientras que los emperadores pasaban y abrían el cortejo hasta la gran galería de baile donde tenía lugar el banquete. Después se realizaban los corrillos en la sala de juegos. Otros días se presenciaban obras de teatro, durante el día se salía de caza……es lo que los franceses llamarían “mener une vie de château”.
Con el fin del Segundo Imperio, el palacio es transformado en Museo Nacional, y afortunadamente el palacio no fue pasto de las llamas como si lo fueron las otras dos residencias de Napoleón y Eugenia (Las Tullerias y Saint Cloud), por lo que es un testimonio único de toda una época. Desde 1945 se llevó a cabo un proyecto de restitución del estado original de todo el conjunto palatino con una gran obra de restauración.
Hoy en día, se pueden ver los apartamentos tanto de la época de Luis XVI, de Napoleón I, y de Napoleón III, así como los des sus esposas. En él se encuentra el museo de Segundo Imperio así como un museo de coches. Otra de las atracciones son los apartamentos de dos príncipes imperiales. El primero de ellos el del Rey de Roma, hijo de Napoleón I, mientras que el otro perteneció al Príncipe Imperial, hijo de Napoleón III y Eugenia, en donde se atesoran diversos enseres del príncipe: mobiliario en miniatura para niños, ropas, así como las ropas que llevaba cuando cayó muerto a manos de los Zulues.