La Villa Farnesina es un perfecto ejemplo de como a partir del renacimiento, las familia nobles italianas y las nuevas dinastías de la burguesía competían en la construcción de suntuosos palacios residenciales y villas en Roma. Como en el caso de Vaux le Vicomte, el promotor de esta maravillosa villa no fue ni un soberano ni un príncipe, sino un banquero. Fue encargada por el rico economista sienes Agostino Chigi a su compatriota Baldasarre Peruzzi en 1508, aunque el
nombre de la villa proviene de su segundo propietario, el cardenal Alejandro Farnese, que la adquirió en 1577.
Su estilo sencillo y armonioso, la convierten en una de las primeras obras verdaderamente renacentistas. Está compuesta de un bloque central del que arrancan dos pequeñas alas menores a ambos lados. Sus fachadas regulares y bastante sobrias La más sencilla de ellas es la posterior que carece practicamente de decoración, mientras que en la delantera se abre la bellísima logia de Cupido y Psique que da acceso al palacete y que fue decorada al fresco por Rafael. Frente a esta logia se extiende el jardín, donde se celebraban importantes fiestas a las que eran invitados artistas, poetas, príncipes e incluso Papas. Cuenta la leyenda que el derroche de lujo y ostentación era tal que durante las fiestas, las vajillas ,que eran de oro y plata, en vez de lavarlas y recogerlas, eran tiradas al fondo del Tiber, el río romano que pasa a los pies de la villa
La decoración interior se realizó entre 1510 y 1519, y se basa fundamentalmente en la pintura al fresco. El mismo Peruzzi pintó alguno de los mismos, aunque mas tarde intervinieron Sebastiano Piombo y Rafael, completando el trabajo los discípulos de este último. Los frescos ilustran los mitos clásicos y destacan los del vestíbulo principal, llamado Sala de Galatea por mostrar a esta ninfa en una de las obras mas célebres de Rafael. Esta sala se completa con las pinturas de astrología de la bóveda que muestran la posición de las estrella en el momento del nacimiento de su primer porpietario Chigi. Otra de las estancias mas bellas de la villa es el Salone delle prospettive, decorado por Peruzzi y que en los laterales creó una ilusión óptica que nos hace creer estar viendo Roma, tal y como era en el s. XVI a través de unas columnas de mármol. En el dormitorio principal, los frescos de il Sodoma ilustran los desposorios de Alejandro y Rosana, y como esta es atendida por querubines.
Uno gran proyecto frustrado de esta villa, fue la intención de unirla con el cercano Palacio Farnese, en el margen derecho del río, mediante una gran galería elevada que atravesase el río Tiber y la calle Giulia, que separa al palacio Farnese de la orilla derecha del Tiber. Lamentablemente no llegó a realizarse y solo se construyó una mínima parte, aún visible, que atraviesa la calle Giulia.
Esta villa es una de las mas hermosas obras que ha dado el renacimiento y nos permite soñar con el esplendor y la belleza ya irrepetibles que rodearon a ese mundo en el que el arte estaba presente hasta en el más mínimo detalle de la vida humana, no dejando nada al azar.