Aquí tenemos un palacio digno del hijo de un carnicero, (sí, de un carnicero ) que fue envidiado por un rey. La ciudad de Hampton se encuentra a unos 20 km del centro de Londres, junto a la orilla del Támesis. Este fuel el emplazamiento deseado para alzar este palacio, pero la mente que concibió este palacio no fue un rey sino Thomas Wolsey, cardenal inglés y favorito de Enrique VIII de Inglaterra.
Hijo de un carnicero, se introdujo en la corte donde llego a trabajar codo con codo con el soberano. Wolsey era un apasionado de la arquitectura y como príncipe de la iglesia, tenía a su disposición grandes sumas de dinero provenientes de sus cargos eclesiásticos, que le permitirían construir una lujosa morada digna de su rango sin escatimar toda fantasía arquitectónica. Proyectó un palacio en estilo Tudor de un color rojo característico, con 3 patios sucesivos que podrían albergar cómodamente a sus invitados.
Su distribución permitía que todas las habitaciones contaran con luz directa del sol e impresionantes vistas de los jardines. Pero Wolsey se sobrepasó en ambición.
Según cuenta la tradición, durante un paseo por los jardines el rey le preguntó al cardenal que era lo que podía impulsar a un cardenal a construir un palacio digno de un rey. Conocedor de que esa pregunta no pronosticaba nada bueno, Wolsey contestó que “….para mostrar a su rey el gran regalo que puede ofrecerle su súbdito”. Enrique le tomó la palabra y tomó posesión del palacio. Wolsey permaneció tres años más en el palacio como inquilino e invitado del rey, tras lo cual hubo de abandonarlo. Enrique hizo inmediatamente las transformaciones necesarias para hacer de Hampton Court su palacio, sustituyendo los escudos de armas y adaptándolo para alojar a los 1000 cortesanos, cantidad que incluso en otros de sus palacios era impensable. Construyo también en un tiempo record un gran salón para celebrar grandes banquetes, el Great Hall.
El primer patio, llamado Patio Base, está ornado con 8 medallones de terracota de los emparejadores romanos,, así como con el escudo cardenalicio.
A continuación se encuentra el Patio de Reloj, denominado así por el enorme reloj astronómico de tiempos de Enrique VIII que adorna una de las torres, y que informaba a dicho rey de la hora, fecha, fases lunares, así como de las mareas en el London Bridge. Este patio está también asociado a una de las esposas de Enrique VIII, cuyos apartamentos daban al patio. Esta reina fue encerrada en el palacio tras ser acusada de adulterio. Consiguió escapar con el objeto de convencer al rey de su inocencia pero fue nuevamente apresada y decapitada en la Torre de Londres. De aquí viene la leyenda que dice que el fantasma de la reina deambula hoy en día por las estancias del palacio. Incluso se han tomado fotos de lo que presuntamente es su fantasma.
Tras la muerte de Enrique, habría que esperar hasta la entronización de María II (reina titular) y de su esposo Guillermo para que Hampton Court sufriera grandes trabajos de embellecimiento. Guillermo amaba este palacio pues los paisajes le recordaban su Holanda natal, pero al mismo tiempo la arquitectura recordaba demasiado al estilo tudor de tiempo pasados (María, su esposa era de la dinastía Estuardo), así que encomendó a Christopher Wren una transformación del palacio dando paso a la monumentalidad y simetría del barroco. Para dejar patente el cogobierno de ambos cónyuges , Wren hizo construir a partir de 1689 dos alas simétricas con sus respectivos aposentos de estado y que daban a un mismo patio, llamado de la fuente.
Cinco años después el proyecto de Wren se completó con la construcción de una nueva fachada al parque, en el lado este y que sería ornada con el escudo e iniciales de los soberanos entrelazadas, coronándolo con un Hércules que vence sobre la envidia. Esta fachada se alzaba sobre el ala de la reina maría y permitía una visión del parque con sus 3 avenidas separadas por arboles y un canal en su eje central. Pero maría no llegó a disfrutar de ello pues murió antes de ver las obras concluidas. Guillermo, cansado y arruinado no tuvo dinero ni voluntad para concluir las obras.
Solo tras el incendio de White hall se retomaron las obras. Tiempo después, Hampton Court dejará de tener el rango de residencia real y pasa a albergar a los servidores retirados de la corona.
El palacio presenta dos caras al mundo. Los que llegan por el oeste son recibidos con el encanto del palacio rojo tudor de Enrique VIII, mientras que en la parte opuesta se encuentra la simetría barroca de Guillermo y María. En el camino entre una y otra se encuentra el sabor de los siglos de historia de la monarquía ingles. Todo porque el hijo de un carnicero construyó un palacio digno de un rey.