En la región Alemana de Baviera, en una isla del lago Chiemsee se alza una construcción que nos hace pensar si estamos viendo realmente lo que vemos: ¿Es el palacio de Versalles?. No, es Herrenchiemsee. Este palacio es el sueño de un rey que la historia ha juzgado como loco: Luis II de Baviera. Luis era un soberano con una compleja personalidad que aunque reinó en el siglo XIX, se resistía a dejar su mundo de fantasía que rememoraba el antiguo esplendor de
siglos pasados en el que imperaba el absolutismo. Sus dos obsesiones eran construir palacios y la figura de Luis XIV de Francia. Esto le llevó a unirlas en esta residencia.
Herrenchiemsee fue el tercer gran castillo que construyó Luis II, su obra monumental de más esplendor y su más bella creación. Este palacio era un sueño que siempre había acariciado desde que visitó por primera vez Versalles, lo que le llevó a ponerse manos a la obra y proyectar su nuevo Versalles. El palacio debería ser un réplica del modelo francés, aunque no llegó a concluirse totalmente por las ingentes sumas de dinero que requería. Por ello, se construyó solo la parte central que es prácticamente igual al original. Se construyó en solo 7 años entre 1878 y 1885. Las mayores modificaciones se encuentran en el patio central, en el que se tomó mayor libertad, mientras que la fachada al parque es igual a la del Versalles, incluso los estanques y fuentes como la de Latona tienen su réplica en Herrenchiemsee.
En los interiores se respeto la disposición original, aunque adaptándola a los deseos del monarca. De esta forma podemos observar una pieza única: la escalera de embajadores. Se trata de una réplica exacta de la que originariamente era la escalera principal de Versalles, y que fue diseñada por Le Brun en el siglo XVII. La importancia está en que la del palacio francés ya no existe, pues lamentablemente fue demolida por su gran deterioro, así que solo en Herrenchiemsee podemos contemplar esta escalera que es sin duda una de las mas bellas de la historia de la arquitectura. Otra de las estancias reconstruidas es la Galería de los espejos, que reproduce hasta los frescos de la bóveda; la pequeña galería, similar a la anterior y que hoy también está desaparecida en Versalles; el salón del Ojo de Buey, que reproduce hasta los retratos de familia de Luis XIV de Francia; el dormitorio del rey, en el que hay algunas diferencias mas marcadas, etc.
También podemos encontrar salones de nueva creación como el salón de las porcelanas. Aunque existen más salas, toda ellas están inspiradas en cada uno de sus detalles en el estilo de Versalles, e incluso en otras estancia de otras mansiones francesas, como el salón oval del Hôtel de Soubise. Tanto es así que hasta muebles famosos, como el escritorio de Luis XVI, tienen sus hermanos gemelos en Alemania. Si el palacio es una réplica, no se puede decir lo mismo del parque, pues aunque se reproducieron algunas fuente y estanques en la zona mas próxima al palacio, como la de Latona, y se dispuso así mismo un canal, carece de la gran disposición espacial de los jardines del palacio francés.
Para algunos historiadores, Herrenchiemsee es superior artísticamente a Versalles. Quizás esto sea exagerar, pero lo cierto es que tiene algo especial que lo diferencia del palacio francés, que solo podremos comprender conociendo la historia de su creador y la razón de su construcción. Lamentablemente, Luis II solo vivió en este palacio durante 9 días, ya que pocos meses después fue declarado loco, no volviendo nunca más este mundo de ensueño hecho realidad. Herrenchiemsee es el tercer gran regalo que este soberano hizo a Alemania y a la belleza, un palacio que se levanto sin ninguna razón de estado, sin objetivo político, sino simplemente como un monumento a un concepto de monarquía totalitaria que ya había desaparecido.